Antes del fallido asentamiento español de 1584 la zona había sido ocupada por cazadores terrestres y poblaciones canoeras, quienes volvieron al lugar después del abandono de la ciudad Rey Don Felipe.

Nuevos hallazgos arqueológicos en las ruinas de la ciudad Rey Don Felipe -que se encuentran a 56 km de la ciudad de Punta Arenas, en el sector conocido como Puerto del Hambre del Estrecho de Magallanes- dejan vislumbrar la historia de lo ocurrido antes, durante y después de este fallido asentamiento español de 1584.
“Tras ser descubierto por Hernando de Magallanes en 1520, el Estrecho de Magallanes se convirtió en la conexión entre el océano Atlántico y el Pacífico, foco de los intereses de España, los Países Bajos protestantes, Inglaterra, Francia, etc., en un período en que el mundo europeo se estaba expandiendo por el globo”, relata Simón Urbina, académico de la Escuela de Arqueología de la U. Austral de Chile (sede Puerto Montt).
Entonces, a fines del siglo XVI, la corona española buscó colonizar una zona estratégica del Estrecho, la Punta Santa Ana. Por ello, financió una flota compuesta por 23 barcos y alrededor de 3.000 personas, a cargo del capitán general Diego Flores de Valdés y el gobernador designado Pedro Sarmiento de Gamboa.
Sin embargo, por diversas dificultades, solo un barco y 338 personas llegaron al Estrecho en 1584. No obstante, ese año Sarmiento fundó dos ciudades, Nombre de Jesús (en territorio argentino) y Rey Don Felipe, “pero ambas corrieron una fatal suerte, pues el carácter inhóspito del lugar y la inexistencia en él de tierras aptas para la agricultura provocaron la muerte por inanición de la mayoría de los colonos”, según el sitio web del Consejo de Monumentos Nacionales de Chile.
Es así que “la investigación en la ciudad Rey Don Felipe, asentamiento que duró tres años, nos permite apuntar a un hecho histórico muy relevante, que es la colonización del Estrecho, pero también respecto de las relaciones interculturales con las poblaciones indígenas locales”, agrega Urbina, además investigador del Núcleo Milenio Océano, Patrimonio y Cultura y quien lideró este nuevo estudio, publicado en la Revista Magallania recientemente.
Las prospecciones realizadas en los últimos cuatro años entregan detalles sobre los distintos poblamientos que hubo en la zona desde el Holoceno Medio, es decir, entre ocho mil y cuatro mil años antes del presente, hasta después del fallido asentamiento español.
“Hay restos arqueológicos de poblaciones que se asentaron en el lugar, posiblemente consumieron alimentos y establecieron sus viviendas temporales. Las más antiguas corresponden al período Holoceno Medio, hace 8.000 años atrás, probablemente son poblaciones cazadoras continentales, es decir, que cazaban fauna terrestre”, señala Urbina.
“Luego hay evidencias más cercanas a la fundación de la ciudad Rey Don Felipe en lo que se llama el Holoceno Tardío, probablemente, hace unos mil años atrás, de poblaciones canoeras, es decir, de economía marítima. Estos dos episodios ocupacionales previos quedan claros luego de los análisis de las herramientas de piedra, los pisos orgánicos, los fogones y algunos restos óseos relativos al consumo de alimentos”, afirma.
También hay nuevos detalles sobre el asentamiento. “Lo que nosotros vimos es que los españoles se tuvieron que acomodar a la oferta de animales que habían disponibles en el sector. Originalmente teníamos la idea de que podría haber fauna europea, por ejemplo, ovejas o cerdos, porque eso estaba descrito. Pero lo único que encontramos fue fauna nativa y particularmente huemul”, dice Rafael Labarca, arqueólogo y académico de Antropología UC, que también participó de la investigación.
El mar
Urbina señala que según estos hallazgos “los españoles no fueron capaces de explotar el mar cuando se establecieron en este lugar, porque hay poco registro de consumo de marisco y peces. Entonces, pensamos que los pobladores españoles, mayoritariamente andaluces, no supieron pescar ni recolectar mariscos, como las poblaciones locales hacían exitosamente hacía miles de años”.
Por eso, “pensamos que no pudieron sobrevivir también por una incapacidad de establecer negociaciones, intercambios y relaciones interculturales más fluidas con las poblaciones locales, que ya estaban mal amistadas por la experiencias negativas con previos navegantes europeos”, afirma.
También se dieron cuenta de que el plano de la ciudad en la que basaron sus excavaciones era más una proyección del asentamiento que una realidad, ya que “las evidencias arqueológicas del poblado demuestran que este es mucho más acotado y modesto de lo que dicen las fuentes documentales”.
Además, en 2019, encontraron dos cañones de bronce que al parecer habían sido enterrados para intentar recuperarlos a futuro y para que no los descubrieran potencias enemigas. Cabe destacar que Thomas Cavendish (corsario inglés), en 1587, tras el abandono de la ciudad, se llevó cuatro cañones que estaban enterrados en los cuatro baluartes (lugar donde se ubicaba la artillería) que tenía la ciudad.
Pero después del fallido asentamiento español no se terminó el poblamiento de esta zona, agrega Urbina: “Hay otros episodios posteriores que probablemente ocurren en los siglos XVII, XVIII o XIX, donde al parecer poblaciones tanto canoeras como cazadoras terrestres ocupan el lugar”. De ese modo, concluye, “en esta bahía -donde se encuentran parches de bosque magallánico con la pampa oriental- se restableció una forma más tradicional de vivir”.

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